Dirección:
Almonte (Huelva)
Disponibilidad completa:
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Propósito marcado en una escuela de agradecimiento. «El hombre desnudado y molido a palos por unos ladrones».
El propósito marcado esta semana por los Franciscanos de María (Misioneros del Agradecimiento) de ayudar a quien lo necesite con todas nuestras fuerzas sin llegar a agobiarnos, lo he vivido esta semana con diferentes personas, aunque a continuación entro en detalle con la experiencia que más me ha marcado usando el método S.O.R.
Comienzo describiendo la SITUACIÓN:
El año pasado, en el mes de los difuntos fui como de costumbre a la capilla de la residencia donde hacía mi voluntariado. Cuando ese día se llenó la capilla con el ruido de la gente de este mundo se perturbó el silencio necesario para que otras personas pudieran seguir con su oración. En resumen, puedo decir que gracias a Dios tuve el suficiente valor y celo de llamar la atención antes y especialmente después de misa, porque muchas veces las personas pierden la consciencia de que están en un lugar sagrado. La subdirectora me amenazó con no dejarme volver a entrar al centro de mayores más y al día siguiente me presenté con una reclamación porque me impidieron el paso. Ese día cometieron la gran injusticia de llamar a la Guardia Civil y llamar también a emergencias sanitarias para terminar de ingresarme en un psiquiátrico, consumando de esta manera una denegación de derecho a reclamar, lo que más adelante hizo que tomase la decisión de ponerles una denuncia que retiré después con el fin de poder restablecer nuestra relación como cristianos sin esta clase de impedimentos.
La OBRA es la siguiente: Debido a que en esta residencia han ingresado a una tía mía y mi madre que es su hermana tiene deseo de visitarla cuando Dios nos lo permita, tuve varias conversaciones con la subdirectora y en resumen puedo decir que, a pesar de haberme puesto muchos impedimentos para poder volver a entrar, la dirección administrativa y religiosa gracias a Dios ha tenido que claudicar. La última comunicación que mantuve con esta persona pude aprovecharla para hacerla una corrección fraterna, no sin antes pedirla perdón por cualquier daño personal que haya podido ocasionarle, pero exponiendo al mismo tiempo que tengo mi conciencia muy tranquila por haber obrado valientemente ante los feligreses en aquel momento por la razón que ya he expuesto. Le dije que no era propio de una persona que iba a misa los domingos como ella que fuese consciente y permitiese al mismo tiempo las obras de la carne tal como nos dice san Pablo: «[…], rencillas, enemistades, divisiones…» (Ga. 5, 20,21). Como pude apreciar en aquel momento su frialdad, indiferencia y su actitud distante, no le dije que era mala, porque esto sería hacer un juicio de valor, sino más bien que por desgracia su corazón albergaba mucha maldad, aconsejándole por consiguiente una confesión sincera cuando hiciese un examen de conciencia.
El RESULTADO de esta corrección fraterna que necesitaba esta persona para mí ha sido el siguiente: Al hilo del Evangelio de esta semana, el Señor me ha hecho comprender que no hay ninguna diferencia entre el hombre maltratado que fue desnudado de su honra y buena fama y molido a palos por unos ladrones y el buen samaritano que es Cristo. Ciertamente el amor nos une por medio de nuestros sufrimientos que es lo que nos ayuda a identificarnos también con los que más sufren, para volvernos a encontrar de nuevo en esta vida con Cristo en otros rostros sufrientes.
Para aquellos que tengan mayor interés en profundizar en el Evangelio que se proclamó el domingo día 13 de julio pueden dirigirse a la siguiente cita bíblica (Lc. 10, 25-37).
Página oficial de los Franciscanos de María: Magnificat TV